15 febrero, 2018

A toda bola

Poniendo música a toda bola mientras escucho voces irreales de gente que me dice que pare, dándole gas a tope a los viejos altavoces, apretando las tuercas al Winamp, desoyendo lo racional, pasando de lo políticamente correcto, destruyendo cualquier argumento a favor de la convivencia, triturando las trompas de Eustaquio al ritmo de pegadizas y potentes melodías de grupos poperos conocidos y otros rockeros que no, dejando que suenen los más famosos Vértigo de U2, el Delilah de los Cranberries, el Nine Lives de Aerosmith, Like a Stone de Audioslave (alucinando de pensar que 2 de sus 4 cantantes ya no viven entre nosotros), el Going Under de Evanescence, el Crawling de Linkin Park, el Until It Sleeps de Metallica, el Stand my Ground de Within Temptation o el Imagine de Van Buuren, cosillas que tenía en el disco duro y otras que no...



Gritos desgarradores, guitarras percutoras, baterías demoledoras destrozando tímpanos, tirando abajo paredes y volviendo locos a los incautos a los que ha pillado debajo, amantes del reggaeton y el pop triunfito de masas sencillito, para no complicarnos, para no tener que pensar, para qué si lo importante es el tupé que llevemos o la marca de sujetador nuevo. Sí, aumentamos potencia reventándolo todo, para romper esquemas preestablecidos, sí, los carrozas también dan lecciones cuales Rolling Stones dejando en ridículo a los ídolos de la melodía sencillita latina, el golpe de cadera rockero frente al twerking, la calidad melodiosa frente al chunda chunda, las letras con mensaje frente a la defenestración del lenguaje y la propia persona, y así preparo la siguiente, me regocijo con la melodía inicial suavita, con voz de mujer que no ha roto un plato... y así sube, y así pienso en ellos, en cómo les sorprende que ahora estén cambiando las tornas, y veo que llega la caña y reviento el botón del volumen+...



Y así, a toda bola... llega el furgón de policía y llama a la puerta, y a toda bola con una sonrisa en la boca nos vamos todos detenidos mientras la satisfacción por el deber bien hecho y por haber hecho justicia llena nuestros corazones y nos da la fuerza para pasar toda la noche en el calabozo... bendita la música, bendito el día en que llegaste a nosotros, bendito el día en que por una vez fuiste nuestra arma más mortífera en la batalla.

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