11 julio, 2017

La verdugo del siglo XXI

Conduce pausadamente en su buga dejando atrás un reguero de destrucción, tarareando canciones de rockeros pasados de moda, galopando y cortando el viento melena al aire, mientras el horror fue sembrado con un simple giro de muñeca.

Ella, la verdugo del siglo XXI ha liquidado hoy otros 5 contratos más. Es un trabajo rutinario, sí, todos los días da de baja en su gran empresa por lo menos a 3-4 trabajadores. Normalmente son despidos por no haber cumplido objetivos, aunque en muchos casos son contratos temporales y por obra y servicio que vencen.

Trabajo rutinario el de verdugo del siglo XXI, firmando la sentencia de muerte de otra vida laboral. La semana pasada cayeron hasta 6 padres de familia que eran los únicos que trabajaban de su hogar, e incluso esta semana dos embarazadas que acababan contrato (y da muy mala imagen despedirlas, aunque no es el caso), contratos finiquitados a lo bestia aprovechando una ley injusta que maltrata al trabajador y permite a las empresas tratarlos como a simples estadísticas.

Ella recibe la información, analiza, busca, imprime, sella y marca en un Excel, así, de un plumazo cierra una historia, a veces de 1 mes, a veces de 1 año, a veces de media vida trabajando en la empresa, como si nada, sin remordimientos, la verdugo del siglo XXI...



Debe ser y es un trabajo estresante, pues tienes en tu mano las esperanzas de mucha gente, y nunca es para bien. Uno ha de endurecerse creando cierta capa de callo para aguantar semejante tensión, el estrés de sentirse a la vez poderoso y temido, y a la misma vez odiado y puede que hasta tenido en compasión. No es más que un trabajo, pero muchos renunciarían a él ante la presión que ello supone. No, nadie ha tomado represalias contra ella, pero la sola sonrisa al cruzarse a sus compañeros puede hacerles pensar un "qué cínica".

Ella, la verdugo del siglo XXI, toma datos, analiza, recibe la decisión final, imprime, sella, ejecuta, notifica... ella, jugando con nombres desconocidos y DNI que no dicen nada, a veces de gente cuya cara ha visto alguna vez quizá en un reclutamiento, o que simplemente le suenan. Ella no entiende de barcos, de historias, de sentimientos, sólo ejecuta y ejecuta órdenes... Así, día tras día, mientras otro compañero es el encargado de dar las altas, buenas noticias, nuevos sueños e ilusiones, a la vez que la verdugo va segando vidas laborales, encargada de las bajas, las malas noticias, las pesadillas y las desilusiones.

Así, día tras día dando malas noticias, hasta que un buen día le llega la notificación que nunca esperaría: esta vez era su propio compañero, el de las altas... y ella, cómo no, como siempre, apunta, sella y ejecuta... adiós compañero, que te vaya bien, y mientras ella, hierática e incorruptible, sin sentimiento a la vista, va poco a poco dando los pasos, contando los días, meses, años para ese momento final en que ella misma, la verdugo del siglo XXI tenga que sellar su propio despido, su finiquito, y de igual manera, con el gesto frío y distante de la realidad, recibirá la notiricación, buscará su expediente, lo imprimirá, lo sellará y lo marcará en la hoja de Excel, dejando que algún nuevo becario la archive, que para eso ya no está una... y esa tarde abandonará la empresa, casi sin hablar, con la frente alta y la conciencia completamente limpia, dando su último servicio siendo ella misma el último expediente, como verdugo de sí misma, qué ironía...

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