22 julio, 2011

Sonrisas de ayer y de hoy

Sonrisas que te alegran el día, sonrisas que te hacen segregar endorfinas, sonrisas que te embaucan, sonrisas que te embriagan o te hacen sentir cómodo.

Si no fuera por la sonrisa de A. algunos de los primeros días de trabajo hubieran sido mucho más grises; sin la sonrisa de P. no se podría explicar la ilusión de un niño ante la llegada de los Reyes Magos. Gracias a la sonrisa de M. supe que el amor existía, y que gracias a la sonrisa cómplice de M. todo empezó.

Sonrisas que enseñan los dientes, que no son más que un esbozo, que enseñan hasta la encía, que enseñan las caries, que llegan de oreja a oreja, que desencajan las mandíbulas. Sonrisas leves, imperceptibles, sonrisas de carcajadas, sonrisas por no llorar, sonrisas de impotencia, de tristeza, de alegría, sonrisas dulces y saladas.

Si no fuera por la sonrisa de E. quizá no hubiera podido terminar lo que empecé, y quizá sin la sonrisa de T. no hubiera podido estar más estable. Sin la sonrisa de M. no me hubiera podido sentir tan parte de algo tan importante, sin la sonrisa de A. no hubiera sentido deseos irrefrenables de pasar a la acción.

Sonrisas esquivas, que van y vienen, que se quedan o se van para siempre. Sonrisas nerviosas, dudosas, sonrisas disimuladas, bestiales, despiadadas. Sonrisas que saben a gloria, que saben a triunfo, que huelen a nuevo o a recién lavado. Sonrisas profidén, sonrisas fingidas, sonrisas de cosquillas, de simple condescendencia.

Sin la sonrisa de M. no habría alcanzado el cielo, sin la de N. no habría tenido tantas dudas. Sin la sonrisa de E. no estaría deseando llegar y luego irme. Sin la sonrisa de I. a lo mejor no me hubiera sentido parecido a otro. Sin la sonrisa de I. no hubiera sabido qué es literal y exactamente la bondad.

Sonrisas que recuerdo, sonrisas que puedo ver como si estuvieran sonriéndome, labios, mejillas, comisuras y hoyuelos que en sinfonía crean maravillas. Sonrisas que apenas intuyo en mi memoria, pero cuyo rumor jamás desaparecerá. Sonrisas infantiles, adultas, femeninas o ancianas. Sonrisas de risa, sonrisas de placer.

Si J. no sonriese al volver quizá no lo esperaría, si I. no sonriese como si fuese la primera vez no la sentiría tan mía. Si J. no sonriese tan dulcemente, quizá todos los críos del mundo no le llamarían abuelito. No recuerdo casi la sonrisa de C. pero sé que era de felicidad por vivir. Por la sonrisa de C. iría en canoa a la Luna.

Sonrisas de nuestra vida, sonrisas de nuestra historia, de nuestro futuro, nuestras y ajenas, provocadas por estímulos químicos nerviosos. Sonrisas que irán con nosotros por siempre, sonrisas que nos hacen creer en el ser humano. Sonreíd sonrisas, que vosotras sois lo mejor que hay en la Tierra.

Por eso, ¡larga vida a vosotras!, sonrisas de ayer, y de hoy...

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