08 diciembre, 2010

Diario de un desesperado (2)

Continuación de la primera parte del diario (son 3 entregas)

Día 7

No tengo mucho que contar, pero encerrado en mi auto escribo algo porque me ayuda a desconectar. Hoy ha estado lloviendo todo el día. No sabría predecir el tiempo, pero por lo negro que se ve todo, esto va para largo.

Día 8

No lo había contado aún, pero me dedico a coleccionar hierbas estos días. Todo empezó cuando recogí un helecho que yacía junto a mi bota y decidí guardarlo. Más adelante he cogido varios más, y algunos frutos. Qué pena no saber cómo son. Hoy llovió mucho más.

Día 9

Sin ganas de nada, sigue la tormenta, y mi carcelero volvió a rondar. He vuelto a resistirme, y ya creo que son 10 días sin caer en su tentación. Pero la mano está muy fría, y la isla solitaria en la que vivo no me permite muchos momentos de distracción, aún más cuando llevo casi 3 días bajo el techo oscuro de mi coche.

Día 10

Lo sé, es sábado, y por fin luce el sol. Un sol que para mí es gris, iluminando este universo con unos tonos que sólo invitan a la desidia y la desilusión. Recogí varios elementos más para mi improvisado herbario.

Día 11

Muchos creen en un ser superior que todo lo creó. Yo sólo creo que cada uno viene de su padre y de su madre y cada uno crea sus circunstancias. Son decisiones que se toman, y la mía ha sido estar aquí.


Día 12

Hoy me levanté de otro talante, y pensé que al fin y al cabo no se estaba tan mal aquí. Voy a buscar comida, pensé, y aunque sólo veo bayas silvestres, espero que pronto encontraré algo. Sigue lloviendo hoy, y lo que creo que haré es coleccionar también setas, porque veo un montón. Qué digo, me las comeré, aún a riesgo de morir por el veneno de la amanita muscario o alguna parecida. Qué más da, si ya no vivo, si la mano en mi hombro es cada vez más fría.

Día 13

Una gallina llegó, le metí una patada y se quedó, allí tan fría y distante dos metros de mí, empotrada contra un árbol. Llevo horas pensando en ello. Me traje un hornillo de gas, pero nunca pensé que maltratara un animal. Sólo había maltratado a muchas de las personas que quería, por mi mala cabeza. No era un ser malo, pero mi carcelero me obligaba a serlo. Pero si quiero quedarme aquí, necesito asarla.

Día 14

Y qué rica estaba, y luego me dio cargo de conciencia porque seguro que tenía hijos, cantidad de huevos. Tenía que haberla domesticado, oh no, pero si podría tener dueño. Va, no podrá ser peor la riña del amo que sentir todos los días esa fría mano que me visita con asiduidad. Me la habría quedado y habría puesto huevos. Traje comida para casi un mes, música y lectura, pero no consigo distraer del todo al carcelero, que vuelve todos los días.

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