14 marzo, 2010

Se fue la encarnación misma de la palabra novela: Delibes

Desde muy pequeño, cuando escuchaba la palabra novela, siempre se me venía a la cabeza el nombre de Delibes. Desde cuando casi ni hablaba, al sonar la palabra Delibes, siempre se me evocaba la palabra novela.

Junto a Ayala, Cela o Alberti, Miguel Delibes ha sido el gran escritor español del siglo XX, y por supuesto gran merecedor del Premio Nobel, que incomprensiblemente no ganó pese a que sus creaciones son muy superiores a las de muchos que sí lo tienen.




Sus incontables novelas, solían hablar de aquellos campos de Castilla, hoy semiabandonados, de las murallas de Ávila, de la caza extremeña, del trigo, etc... Siempre con ese lenguaje llano, escribiendo como se hablaba en su tierra, sin arabescos, sin más que simple y puro castellano, recreándose en el paisaje y dando mucha importancia a los personajes. Quizá por esa expresión tan natural, los cineastas han tenido gran predilección por sus novelas. Quizá 'Los Santos Inocentes' o 'El Camino' han sido las mejores adaptaciones (espero con impaciencia la futura 'El Hereje').



He de decir que me ha sorprendido gratamente el tratamiento que ha recibido su muerte en los medios de comunicación, tan dados a pasar absolutamente de puntillas por los fallecimientos de estos grandes, con una simple nota de 1 minuto. En este caso, he visto telediarios dedicados prácticamente a él, lo que es muy reconfortante. Lo merecía, este sobrino-nieto del gran compositor francés Leo Delibes (a 1 metro de mí tengo un viejo cassette con su 'Coppelia').

Y ya está, nos queda su gran obra, así que realmente nunca morirá mientras se lean sus libros. Recuerdo que en mi libro de Lengua y Literatura de la escuela, junto con Don Camilo, él era el único que quedaba vivo, quizá de ahí mi predilección, mi cariño. Quizá en el futuro sea más difícil ser grande, leyenda, por lo de internet y todo eso, no sé, pero me da que leyendas como Benavente, Machado, Unamuno, Delibes, Cela o Ayala no volverán a ser igualadas por nadie. A mí, se me ha ido otro de mis ídolos de niñez, otro de mis mitos (como ya se me fue Paul Newman por ejemplo), sólo me quedan estos homenajes.

Muchas gracias, novelista, por esa asociación, por tu nombre, que evocaba, evoca y evocará en mí para siempre esa bonita palabra: Novela

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