24 mayo, 2008

Y de viejos, ¿a la basura o en casa?

Es curioso, nosotros somos el primer mundo, los ricos, los desarrollados, simplemente: los "mejores". Es curioso, ellos son el tercer mundo, los pobres, subdesarrollados, ¿los "peores"?

Cuando ha pasado toda una vida de trabajo, de sudores, de penurias para sacar a su familia adelante, y llega la hora de descansar, ¿a dónde van los mayores en el primer mundo, a dónde en el tercero?

En el tercer mundo, los mayores se quedan en sus casas, los cuidan sus hijos, como si fueran los reyes de la casa, los patriarcas, los que realmente con su esfuerzo han conseguido para sus hijos, esa casa, esa educación, ese futuro del que ahora disfrutan. Incluso etnias como la gitana, que tanto desprecio despiertan a veces, deberían ser admiradas por hacer algo parecido.

En el primer mundo, sin embargo, los enviamos a una residencia fría, oscura, que huele a muerte, que huele a olvido, que apesta a degradación. Ellos, que han trabajado por nosotros, que han luchado porque tengamos todo, ahora ven como los mandamos a la basura, por inservibles, como objetos viejos y oxidados que ni merece la pena reciclar.

¿Primer mundo? ¡Bazofia es lo que somos!. Yo lo tendría claro, y algún antiguo compañero mío lo decía: Si me mandan a una residencia, los desheredo y punto, verás como se les quitaban las tonterías. ¿Nos hubiera hecho gracia a nosotros que nuestros padres, para quitarnos de enmedio nos hubieran mandado a una residencia para niños y jóvenes? Es más, de hecho, algunos padres hacen eso, y mandan a sus hijos lejos del ambiente familiar, como si fueran meros estorbos. Esos padres ricos que se creen que su dinero puede comprar todo, quizá esos sí se merezcan que sus hijos luego les devuelvan todo en forma de geriátrico... aun así, como en la casa de uno en ningún lado. Es una forma de morir en paz, de morir dignamente, de vivir tus últimos años en tu casa, si estás bien, no en una residencia rodeado de gente extraña, donde lo único que nuestros mayores hacen es enloquecer, entristecerse y apagarse poco a poco.

En fin, es la sociedad que nos ha tocado, donde en el fondo todos somos inservibles, donde nadie se preocupa de las ¿minorías?: Bebés, niños, adolescentes, embarazadas, mujeres, mayores de 50 años sin trabajo, jubilados, ancianos, centenarios, inmigrantes... ¿quién sirve en el fondo, si los que no cuentan son mayoría? Globalizamos, homogeneizamos, deshumanizamos.

Sólo, recordad una cosa: algún día seréis mayores, algún día tendréis hijos que tendrán que cuidaros, devolviendo lo que posiblemente les hubierais dado mientras los criabais a ellos. Si rompéis el ciclo ahora, enviando a vuestros padres lejos de donde deberían estar, que es con vosotros en casa, luego no lloréis si os pasa igual.

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