15 febrero, 2008

Gracias, César Cruz, poeta de la imagen

¿Cómo se siente un pueblo cuando parte de su historia se va? ¿Cómo silba el viento cuando un mito se apaga, cuando un gran hombre echa su último aliento? En esos momentos, el horizonte, el universo, la eternidad o la historia, se repliegan sobre sí mismos para hacer hueco a otra persona de esas que se lo merecen.

Llegó a Porcuna hace 60 años, y se instaló en la Carrera, la calle principal del pueblo. Poco después comenzó a fotografiarlo todo. Ha sido testigo de más de 5 décadas de la historia milenaria de Porcuna. Sin duda que se trata de un inigualable cronista gráfico que ha visto, oído, contado y plasmado en una vieja o nueva cámara fotográfica cada uno de los retazos de la segunda mitad del siglo XX en la vieja Obulco. Si no fuera por su labor, nuestro siglo estaría casi “ciego”. Sin duda alguna, como dijera Alfredo González: César ha sido todo un “poeta de la imagen”.

Formó parte de la Asociación de Amigos de Obulco, junto a personalidades tan importantes como Antonio Barranco Cobo, don Francisco Peña o Manuel Heredia Espinosa, consiguiendo la declaración de varios edificios porcuneros como “Monumento Nacional”, e impulsando la creación del primer Museo Arqueológico Local. Sin duda quería mucho a este pueblo, y le dio tanto, tanto… mucho más de lo que probablemente en sus reconocimientos póstumos recibirá.

Esas bodas, esos bebés recién nacidos, esos acontecimientos importantes: Alharilla, San Benito, la Feria, el fútbol, el Carnaval… Muchos niños de Porcuna estamos retratados en ese banquito de dos alturas que él tenía en su estudio, o sobre ese suelo de baldosas rojas y blancas. ¿Quién no tiene en su casa decenas de fotografías con su firma? ¿Qué no habrán visto esos ojos? ¿Qué no habrán revelado esas manos?

Se apagó la llama de César, una de las personalidades más influyentes del siglo XX en Porcuna, seguro. Cuando alguien así se va, tarda uno en asumirlo, en creérselo, y unas pocas lágrimas no llegan a expresar la gran pérdida que significa su desaparición. Todo acabó para siempre. Se fundió con el infinito, se volvió eterno, todo su saber, toda su memoria, todas sus historias por contar, de una vida junto a Pepa. Podían divisar desde su ventana, desde esa esquina de la calle, el torreón de Boabdil, el Arco, el Ayuntamiento, la Iglesia, la farola…

No podría ni en un libro escribir todo lo que de ti se podría. No creo que un simple y humilde homenaje como este, sea suficiente; pero es mi granito de arena para honrar a una persona que admiré, respeté y aprecié tantísimo. Yo sólo te traté durante tres lustros, y aunque tendría mucho bueno que hablar de ti, otros podrán comentar mucho más. Sólo te quiero decir, allá donde estés, que el pueblo de Porcuna no te olvidará, no te olvidaremos. Formas ya parte de la historia. Gracias por miles de imágenes, de instantáneas. ¡Hasta Siempre Amigo!, Foto César.

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