02 agosto, 2006

Por supuesto: Taizé

En la más absoluta de las austeridades, perdida en un lugar del centro de Francia, más allá del Macizo Central y a 100 kilómetros de los Alpes; allí está aquella pequeña aldea que cada semana recibe a 5.000 nuevas personas que vienen a beber de su fuente y posteriormente seguir su camino. Pocos olvidan esta experiencia que les marcará para siempre, y muchos quieren volver aunque sólo sea una vez más.

Con 15 años, con 20, con 25, con 40, con 60… siempre es diferente, siempre es un nuevo Taizé que ofrece matices distintos para enriquecerse. Gente de todas las razas, países, condiciones, religiones (cristianas) conviven allí en total armonía en un lugar donde nadie pensaría en hacer mal a nadie, y donde se respira paz, tranquilidad, armonía y sobre todo amor. Una familia de 5.000 personas en un lugar donde puedes comer junto a tus amigos croatas, alemanes, ucranianos o rumanos, en un sitio donde se hacen amigos para siempre, donde se convive en armonía viviendo como hermanos con personas a las que ni conocías anteriormente, y que parece como si de siempre hubierais sido amigos.



El recogimiento de las oraciones, los cánticos del coro, las colas ante la comida, dormir bajo las estrellas, las reflexiones conjuntas sobre la vida, sobre el futuro, sobre el sentido de las cosas, sobre las personas y sobre los evangelios; las risas con los amigos, las bromas con los extranjeros, con los paisanos, y sobre todo ese amor que nos abraza a todos; ese amor que proviene de Dios, de las personas que allí hay, de las que hubo (como el hermano Roger, que sigue allí presente en alma), de las avispas que pululan sin picar a casi nadie… Taizé es muchas cosas, pero nadie debe depender de él. Uno puede tener su Taizé en casa, en su vida con los demás, en sus acciones y aprender a vivir sin tener que volver cada año, para no depender de ello. Sí, vale para lo que quieras, para cargar las pilas, para reflexionar sobre tu fe perdida, para reafirmar la que tienes, para vivir una experiencia, para formar parte de algo muy grande (5.000 personas en una iglesia, orando en silencio por alguien que murió hace 2.000 años y que ni siquiera está presente allí, sin estar bajo el efecto de ninguna droga… eso es muy emocionante), y para darnos cuenta de que debemos abrir nuestras miras, porque el mundo es mucho mayor de lo que creemos.



Allí espera, humilde como siempre, como empezó hace más de 60 años, como espero que siga en un futuro para nunca convertirse en un comercio como la mayoría de lugares de carácter religioso-espiritual. Por supuesto: Taizé.

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