06 agosto, 2006

Mi Taizé (I- Espiritual)

Allí que me fui sin saber a donde iba, de campamento, de convivencia o a la aventura: a lo que fuera. De pronto mi vida se paró a 10 minutos para el final de la contrarreloj final del Tour de Francia (toda la semana tuve la esperanza de que al final le hubiese pasado algo a Landis y ganase Pereiro el Tour); desconectado TOTALMENTE del mundo, cuando volví, mi vida estaba esperándome y me monté; pero en esa larga semana viví mucho... casi otra vida:

Necesitaba reflexionar sobre muchas cosas, aunque la verdad es que no tenía ni por asomo idea de que el lugar al que iba fuera adecuado para ello. De pronto apareció ante mis ojos el sitio ideal para pensar, para conversar sobre asuntos importantes con desconocidos que tuvieran una distinta forma de pensar; de pronto se me había brindado, sin esperarla, la oportunidad de encontrarme y de encontrar a los demás; de encontrar el futuro y el pasado, incluyendo el camino que tenía hace tiempo ante mis ojos pero que no conseguía ver (que no quiere decir que lo haya visto ya).



Cierto es que al principio se hacen pesados 15 minutos en silencio, pero acaban siendo cortos los 20-25 de la oración de la noche. Sí, orábamos, quizá unos más otros menos y otros nada. Yo dedicaba los ratos de silencio a relajarme, a relajarme en mi respiración, en la del de al lado, en los susurros de los árboles del exterior, en algún pensamiento que me viniese a la cabeza. En otras ocasiones, hablaba con Dios, rezaba o simplemente pensaba en mí, en los demás y en qué es este mundo y en cómo era posible que en un lugar así pudiesen confluir tantas personas.

Aunque tenía "pensado pensar", no pensé mucho porque siempre había algo que hacer, y el único día que cogí un rato para mí, bajé al lago; pero con 6 ó 7 personas más. Al final, me cogí media hora para pasear por el bosque, por la montaña, haciendo senderismo entre árboles centenarios y ardillas curiosas, pero tampoco pensé. Realmente no había venido a pensar, realmente había venido a encontrar paz, a encontrar la tranquilidad y a darme cuenta de que pensar por pensar no es la solución para tus males. Pensando así no haces más que revolver la mente causando muchas veces daños irreparables. No, lo mejor no es pensar, sino ordenar las ideas. A partir de ahora no pensaré tanto cuando me surjan problemas, no; sólo trataré de ordenar mis ideas previas y casi siempre todo volverá a cobrar sentido. Normalmente con eso basta, porque todos llevamos dentro ese potencial, aunque si en algún momento tuviera que volver a pensar-revolver, lo haría con mucho gusto, y recordaría o evocaría mi propio Taizé allí donde yo estuviese para que me diese esa fuerza para tomar una buena decisión.

Allí donde está, está muy bien, como fuente donde tomar un trago y seguir nuestro camino. Eso hice, y el trago, como vida de una semana dentro de una vida, fue bastante largo. Eso sacia a cualquiera. Gracias Taizé.

Hubo una frase que escuché por allí: "Lo que Dios te pide, te lo da". A mí me gusta pensar que Dios me pidió ese Camino de Santiago (al que tanto quería ir), para luego darme Taizé, y la verdad es que en el cambio he salido ganando ampliamente, eso seguro. Ya habrá tiempo para todo.

Para las fotos, en esta página de flickr

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